Óscar tulio lizcano g.
Como ya es costumbre, los ricos del planeta se dieron cita hace poco en Davos, Suiza, para una nueva versión de su tradicional encuentro social, en el que los nuevos, los que han ascendido a las cumbres de la riqueza, pueden codearse con Slim, Gates y Buffett, tres de los grandes millonarios representantes del capitalismo. El encuentro tiene como supuesta excusa hablar sobre los problemas que aquejan a la población mundial, especialmente sobre la pobreza.
Mejor dicho, es como un encuentro de viejos amigos en cualquier club social, con coctel en mano, cuyo propósito real es hacer negocios y relaciones públicas. Eso sin decir que lo que ahora llama más la atención del multimillonario Foro Económico Mundial en Davos, es la presencia de un gran número de representantes de la burocracia oficial.
Es paradójico -aunque no sé si decir lógico-, que en una reunión concentrada en la pobreza, se exhiba la opulencia a más no poder: carros de alta gama, helicópteros y aviones privados, y carísimas habitaciones de hotel. Es un Foro para reiterar la abismal brecha entre ricos y pobres. Y sorprenden aún más las revelaciones que originaron los críticos del encuentro: el 1 % más pudiente del mundo poseerá en el 2016 más riqueza que el 99 % restante de la población, concluyó un informe de la organización benéfica Oxfam.
Pues bien, en Davos se reunieron varios de esos ricos que tienen más capital que muchas de las naciones ricas. Y, ¡vaya sorpresa!, estuvieron acompañados por la poderosa burocracia de 40 jefes de Estado, cada uno con una abultada delegación.
Lo triste de esto es la pérdida de soberanía democrática, la que explica el sentimiento de impotencia de los gobiernos. Un ejemplo de esto lo vivimos en Colombia con la propuesta inicial de Reforma Tributaria. Entre otras cosas, dicha propuesta le mordía la renta a los más ricos, que no tardaron en rebotarse. Luis Carlos Sarmiento Angulo, el hombre más rico del país, amenazó al gobierno con irse de Colombia y llevarse consigo sus abultados capitales. Así que hubo que apaciguarlo modificando la propuesta, que finalmente dejó una Reforma que afectará a la mediana y pequeña empresa.
Mientras se ostenta esa opulencia en Davos, la Unicef ha estimado que el 80 por ciento de los niños con desnutrición crónica en el mundo vive en solo 14 países. Es la cara oculta de la pobreza para 165 millones de niños menores de 5 años. El hambre elimina oportunidades en la vida de un niño y también oportunidades de desarrollo de una nación, ha señalado Anthony Lake, director ejecutivo de Unicef.
El reconocido periodista argentino Martín Caparros presentó recientemente un demoledor libro titulado El Hambre. Destinó varios años recorriendo la geografía de la desigualdad alimentaria: estuvo en la Bolsa de Chicago, en las fábricas de Bangladesh, en los hospitales de Níger y los basurales de Buenos Aires; tomó testimonios entre la guerra civil de Sur Sudán y conoció de cerca tanto las explotaciones chinas en Madagascar y el moritorio de la Madre Teresa de Calcuta, como los morideros suburbanos de Mumbai.
En su bitácora de viaje, desentraña un justo cuestionamiento: ¿por qué en un mundo de 7 mil millones de habitantes que produce alimentos para doce mil millones, 805 millones de seres humanos mueren de hambre? Y esta es su demoledora conclusión: al mundo no le faltan alimentos sino corazón.