El derecho de las cosas es no meterle tanto derecho a la vida social. Sin embargo, en esta tierra de leguleyos, hasta las guerrillas ponen al derecho en un pedestal y citan normas para reclamar incumplimientos. Digo que hasta las guerrillas lo hacen, porque resulta ser una imagen propia de la exageración, aunque provenga de nuestra realidad. En nuestra tierra parece ser un mal cultural. Todo el mundo lo hace, especialmente los sectores con algún tipo de poder: los curas, los políticos, los militares, los negociantes y los mafiosos.
Nos llenamos de derecho como aspiración. Nos indignamos frente a los incumplimientos; pero vivimos –y lo sabemos– rodeados de ilegalidad. Nuestra expectativa no es a que se cumplan las leyes sino a que nos dejen vivir....