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El Des-Acuerdo 300

Por

ana cristina aristizábal uribe

anacauribe@gmail.com

Existe un sinsabor en la ciudadanía ante la celeridad para aprobar el Acuerdo 300 de 2015, en el Concejo de Medellín. Con él se le dan al Alcalde bases administrativas con las que puede ejecutar las acciones que desarrollen el POT 2014. Son facultades muy amplias para: “Crear establecimientos públicos y empresas industriales o comerciales del Estado, y modificar las existentes, para garantizar el POT” y también “realizar las modificaciones presupuestales necesarias con el fin de darle cumplimiento al presente acuerdo”. Todo lo anterior sin que pueda mediar la oposición del Concejo de Medellín.

Entre otras, un concejo se crea para que nadie, ejerciendo como alcalde, tenga la tentación de tomar, solo, decisiones estructurales. Hay decisiones de ciudad que necesitan de opuestos para llegar al equilibrio, de tal modo que no exista la opción, por muy legal que sea, jurídicamente hablando, de tomar medidas inconsultas que se podrían ver como dictatoriales. Es lo que generalmente hacen los dictadores: crear marcos jurídicos para actuar sin que otros puedan intervenir, quizá convencidos de capacidades superiores para administrar lo público.

Es posible que esa no sea la intención del Alcalde. El problema es que genera muchas dudas la celeridad para aprobar este Acuerdo que le otorga facultades amplias y sin límites, y es muy extraño que 14 de los 22 concejales acepten hacerse a un lado para que el Alcalde actúe sin debates, sin discusión y sin posibles oposiciones. En la Alpujarra podrán explicar que Gaviria no decidirá ‘solo’ sino con sus colaboradores; pero es muy improbable que estos se opongan a lo que él pretenda.

En tiempos tan turbulentos de la vida pública las decisiones gubernamentales no únicamente tienen que ser legales, sino de absoluta transparencia ética para no generar dudas ni crear más caos. Y aquí las mayores dudas las expresaron, por ejemplo, Federico Gutiérrez, diciendo que el proyecto es impreciso y que no “hay ni una idea de lo que quiere hacer con la ciudad”; y el concejal Luis Bernardo Vélez, al referirse a la falta de claridad en las intenciones del Alcalde. El también concejal Yefferson Miranda dice que no hay claridad con las propuestas a ejecutar. Otro concejal, John Jaime Moncada, confía en la honestidad del Alcalde.

El problema, entonces, es claro: dependemos de las intenciones de Aníbal Gaviria. Si son acertadas, ganamos todos... si son erradas, ¿se podría corregir el rumbo, a pesar de que el Concejo le ha otorgado la base jurídica para que se equivoque sin que el mismo Concejo pueda hacer nada?.

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