Si nuestros gobernantes se disfrazaran (tal vez aprovechando el mes) y salieran solos, de incógnito, sin su séquito de funcionarios (y varios aduladores) se encontrarían con ciudades o regiones muy distintas a las que ven desde sus oficinas y en los recorridos oficiales.
Una cosa piensa el burro y otra el que lo enjalma. Porque una cosa son los informes oficiales y otra lo que se escucha al ciudadano del común hablando en su ambiente diario.
El funcionario resalta cómo ha bajado la delincuencia, el de a pie comenta que no anda ya tranquilo por casi ningún sector o que un conocido, si no es él, es extorsionado.
Las cifras oficiales mencionan la cantidad de huecos tapados en las calles, quien conduce se encuentra con uno y otro en su camino.
El reporte...