Esta semana fui con mis hijos a comprar los disfraces de Halloween. Mi hija de ocho años iba decidida a comprarse el de Spiderman. Es algo nuevo porque hasta ahora hemos sido bastante tradicionales con los disfraces. Pasamos por la época de princesas, de Alicia en el país de las maravillas, de Maléfica, de brujitas normales y corrientes. Yo la dejo ser, pero debo decir que me sentí orgullosa cuando llegó a pedir con toda convicción, ¿tendrá para mí un disfraz del hombre araña?
La reacción de la dependienta me confirmó que no estamos acostumbrados a que las niñas les gusten los superhéroes, deja tú que se quieran disfrazar de ellos en Halloween. Me miró un momento y dudó. Sentí como si esperara que yo le dijera algo o que reprobara la elección...