Las elecciones son el rito máximo del poder. Sus oficiantes, los candidatos celebran el evento que congrega el furor y la deliberación de los pueblos. Tal intensidad explica que la campaña para procurarse el favor multitudinario se realice cada cuatro años, en su edición suprema.
Si fueran más frecuentes, estas carreras a presión en pos de la favorabilidad pública harían colapsar tanto a los aspirantes al cetro como a la ciudadanía. Más a aquellos, claro está, porque los pretendientes se juegan íntegra su vida anterior con tal de ser investidos de una naturaleza incomparable.
En el siglo VI antes de nuestra era florecieron en Grecia unos poetas que prepararon las futuras glorias de Pericles y de los escritores de tragedias. La vida de uno de ellos,...