Con los amigos del barrio, en el colegio o a hurtadillas en la casa, los niños suelen descubrir la “gran verdad”. Para esta navidad, decidí darle a mi hijo mayor un regalo que supera al mito bíblico, la “magia” del cuento de Dickens: ya sabe que el Niño Dios es el papá y la mamá, es hora de que confirme que tampoco existió tal figura.
A los siete años, mi hijo emprendió una búsqueda: necesita argumentos para continuarla. Ayer, recibió su “traído”: Richard Dawkins en conversación con Moisés Wasserman, en el Parque Explora.
¿Por qué regalarle la duda a un adolescente?
Porque no concibo la vida sin libertad: la idea de ser buena por temor al castigo Divino, se desdibuja ante la posibilidad real y retadora de la autodeterminación: ser humana, ecuánime...