El colapso inevitable del modelo comunista estuvo vinculado, además de múltiples y graves errores conceptuales como la pretenciosa aspiración a planificar la economía, eliminar la competencia e igualar a las personas; a fallas estructurales de su aparato estatal que intentando cumplir con equivocadas metas se enfermó de gigantismo.
El modelo incubaba una contradicción mortal en la que “muy pocos definían y decidían todo”, pero materializar dichas decisiones exigía una gigantesca masa burocrática que “hacía poco y mal”. Como predijo el brillante George F. Kennan a mediados de los 40, solo era cuestión de tiempo que el gigante con pies de barro de la Unión Soviética se autodestruyera.
Pero lo que está sucediendo desde hace un tiempo, y más precisamente...