Por Agostinho Ramalho Almeida.
Esta semana tuve la oportunidad de conocer a David Vélez, el colombiano que cofundó Nubank, el neobanco más grande de América Latina. Esta semana Berkshire Hathaway de Warren Buffett lideró la última ronda de inversión con US$500 millones, valorando la compañía en 30 mil millones. Y para los que no sepan, Buffet es uno de los inversionistas más exitosos del mundo. Hace 4 años atrás, Nubank se volvió uno de los primeros unicornios en latinoamérica (animal mitológico que se usa para describir las startups que están valoradas en más de mil millones de dólares). Fundado en 2013 en Brasil, ahora tiene cerca de 40 millones de clientes y se expandió al mercado mexicano y colombiano, multiplicado su valoración por 30 veces en los últimos 4 años. En lo mínimo, brillante el recorrido a la fecha.
Vélez nos compartió varias enseñanzas sobre estrategia, tecnología y cultura; pero fue reiterativo en uno en particular: la obsesión por la experiencia del cliente. Analizando la definición de obsesión -y alejándome del lado clínico- encontré una referencia sencilla: la incapacidad de una persona para dejar de pensar en un tema en particular sin volverse ansioso. Curiosamente, existe un concepto designado de “Obsesión por las oportunidades” asociado a emprendedores e innovadores: en pocas palabras, ese pensamiento recurrente relacionado con una oportunidad o una idea que nos ocupa la mente y que de una forma importante nos mueve en las acciones diarias. Observando emprendedores exitosos a una escala global (Steve Jobs, Elon Musk, Bill Gates, etc.), todos se han caracterizado por estar obsesionados por ciertos temas que revelaron claves en su éxito. En las palabras de Frank Kafka, “seguían su obsesión más intensa sin piedad”.
Dentro de las características de un emprendedor, la obsesión por diferentes temas -tecnología, cliente, cultura, talento, etc.- es definitivamente una fuerza impulsora. Puede permitirle ser más enfocado, más resiliente, tener más energía y ser más ambicioso. Sin embargo, el equilibrio de la obsesión con otros rasgos humanos es clave para mantener un sentido de la realidad y una comprensión de lo que es realmente prioritario. Sin embargo, en un escenario extremo puede poner en peligro las mismas relaciones, alejándonos de otras personas. Esta es una de las razones por las que es tan importante que las startups tengan co-fundadores con diferentes personalidades y fortalezas.
Cuando trabajé en capital de emprendimiento (Venture Capital), una de las cosas que siempre buscamos era ese equilibrio dentro de un equipo fundador. El soñador, el realista, el obsesionado, el inventor, el financiero, etc. Podría decir que estábamos obsesionados con la idea de que la startup tuviera las personas adecuadas. Incluso al crear mis propias empresas, colocamos al equipo como criterio central: el conocimiento, la experiencia técnica pero también la pasión, la determinación y dedicación y sí hasta la obsesión. Muy difícil de valorar en una transacción, pero un factor decisivo: sin ese equilibrio la probabilidad de éxito será drásticamente menor. Una mención especial para mis co-fundadores, desconocidos por estos lados: el trabajo y el impacto que han logrado solo está al alcance de esos equipos que sueñan el mundo con tenacidad, pasión y obsesión