En la vida avanzamos cuando el amor funge de propela. Cuando el miedo se instala somos sus prisioneros y escapar de allí puede ser casi imposible. El terror, el pánico, la parálisis, la desesperanza, la renuncia a toda posibilidad de logro son fuerzas en extremo poderosas. Muerto de miedo te ahogas en el pantano en que se refleja la imagen que un abusador pinta de ti. Tu mismo funges de un cancerbero en la puerta de tu propio infierno. Nadie entra. Mucho menos sales tú.
Recuerdo perfectamente la noche en que el miedo se instaló. El lugar. Una serie de decisiones desafortunadas que fueron el meteorito del que hasta entonces era mi planeta. Es el problema de los optimistas a ultranza, de los románticos, que nos vamos a meter en batallas aunque...