Ni las risas y burlas al movimiento de Resistencia Civil y su recolección de firmas, ni la amenaza de que se vendría una “guerra urbana” sin precedentes, o el vulgar chantaje anunciando la posibilidad de nuevos gravámenes, han logrado disuadir a millones de colombianos para que abandonemos la idea de reclamar unos acuerdos de paz que contengan unos mínimos de justicia y de verdad.
Podría afirmarse que esa pedagogía del miedo ha surtido el efecto contrario y ha hecho que día a día miles y miles de colombianos se unan en torno la democrática resistencia.
Como decía Saramago, nos “llegó la hora de aullar porque si nos dejamos llevar por los poderes que nos gobiernan, y no hacemos nada por contrarrestarlos, se puede decir que nos merecemos lo que...