El escenario internacional actual es mucho menos predecible que el de hace tan solo quince o veinte años. Con el fin de la Guerra Fría y el derrumbamiento de la Unión Soviética, el liderazgo en solitario de Estados Unidos fue evidente y la estabilidad global dependió de él y de la adherencia de las potencias occidentales a sus intereses estratégicos. La conducción de la economía global, el mantenimiento de la seguridad internacional, la democratización del Medio Oriente o la superación de los conflictos violentos en África Central y los Balcanes, fueron fundamentales en la agenda de la política exterior estadounidense para los años noventa.
Sin que el panorama de conflictividad en el mundo haya cambiado de manera ostensible, y antes bien, se...