El show de las guayaberas blancas montado hace quince días en La Habana por el presidente Juan Manuel Santos, para anunciar con bombo y platillos el trascendental acuerdo sobre Justicia Transicional, y el discurso de la ONU, en el que le notificó al mundo con ese dejo de docente repetitivo que suele usar cuando cuenta con la ayuda del telepromter, que gracias a ese histórico acuerdo “en Colombia, en menos de seis meses, repicarán las campanas que anuncien la hora de la paz”, fueron las estrategias utilizadas con el fin de demostrar que ya hizo méritos suficientes para que hoy le otorguen su anhelado Premio Nobel de Paz.
Sin embargo, las cosas no han salido tan bien como tenía presupuestado.
Porque todo parece indicar que, entre el apremio del...