La Iglesia católica en Chile está pasando quizás por uno de los momentos más difíciles de su historia. El caso de abusos sexuales de parte del sacerdote Fernando Karadima ha abierto una honda herida en la fe de este país y ha quebrantado, no sin razón, la confianza de muchos fieles.
El Papa ha dado una muestra en las pasadas semanas de su política de “tolerancia cero” con estos casos. Ha buscado enmendar la “metida de pata” que tuvo en su viaje a Chile el pasado mes de enero cuando dijo que no había ninguna prueba contra el Obispo Barros – seguidor de Karadima y denunciado por encubrimiento- y que todo era “una calumnia”. Ha dedicado espacios generosos en su agenda para reunirse, primero con las víctimas dándoles así un gesto de humildad, acogida,...