A Judith Abenante. Tu regalo por siempre en mi corazón.
Aprendí a leer a los siete años. Fue un logro que duró poco, porque cuando aprendes a leer no has conseguido nada, sino que la aventura apenas comienza. En primer lugar empiezas a descubrir uno tras otro libros que quieres devorar y que no te alcanza la vida para hacerlo. En mi casa había una enciclopedia para niños en cuyos tomos descubrí desde el ciclo del agua, hasta las partes de la flor, pasando por otras cosas como las heces y enfermedades de la piel que mezclaban la curiosidad, el asco con la paranoia de pensar ¿eso me puede pasar a mí? Pero parte de leer esos textos tenía que ver con la frustración que sigue al aprender a leer, que es que hay tanto que desconoces, que si después...