Para terminar el año (y para empezar el nuevo) retomo el libro “Los Bienaventurados” de María Zambrano (1904-1991). Su primer capítulo, “La sierpe de la vida”, me inspira para esta última reflexión del 2017.
En medio del olor a incienso quemado que deja el 31 de diciembre, que es fragancia (¿o hedor?) de algo que se acaba, es posible olfatear el aroma primordial de la vida. El sentimiento de fugacidad que invade este cruce de caminos de un pasado irrecuperable y un futuro incierto, no es la negación de la vida, sino la piel de sierpe de la vida que se renueva y avanza, arrastrándose dentro de sus limitaciones hacia la plenitud.
El misterio del tiempo. Dice doña María Zambrano: “Implica el sacro relato del Génesis, la generación del tiempo que...