Mientras Santos montaba y soñaba en dorada carroza londinense como la Cenicienta, se inclinaba reverente ante la reina Isabel como acción de gracias por la colaboración de la Legión Británica en nuestra independencia, deslegitimaba irresponsablemente ante el parlamento inglés el resultado del plebiscito colombiano, citaba continuamente a Churchill –dejando exprofeso entre el tintero su sentencia “el que se humilla para lograr la paz se queda con la humillación y con la guerra– y firmaba algunos convenios comerciales, aquí las encuestas de opinión desaprobaban su gestión presidencial. Así, su felicidad duró poco. La fantasía del hechizo se rompió.
Un 60 % de los encuestados reprueba su acción de gobierno. Tan solo un cicatero 34 % la aprueba....