El terror en que vivimos se ha vuelto cotidiano; no es la inseguridad constante a la cual nos hemos acostumbrados, aquí y en todo el mundo, esa que nos causa el ladronzuelo al arrebatarnos el bolso o arrancarnos una joya; o el hampón que se lleva la bicicleta, o el carro o se cuela en la casa a robar y nos deja desconcertados y enfurecidos, pero generalmente vivos.
No, lo que hoy enfrentamos es mucho más que eso, es terror, algo más intenso, algo que se mete bajo la piel, que nos causa pesadillas y no sabemos cómo enfrentar. Cada terrorista, cada enfermo mental, cada asesino glorificado que comete un ataque en aeropuertos, celebraciones oficiales, mercados o escuelas, en fin, en lugares públicos, nos deja más perplejos y aterrorizados.
¿Cómo...