Existen suficientes motivos para que impere la satisfacción y la esperanza, pero lamentablemente la realidad es otra. Las transformaciones positivas que el país viene teniendo no son suficientemente evidentes para aclarar nuestras mentes, pues ellas están afectadas por la incertidumbre, el temor, la rabia, la sed de venganza, el rumor, la mentira y todos los sentimientos negativos que obnubilan nuestro pensamiento, como producto del efectismo de las redes sociales en lo que se hizo común denominar como la política de posverdad: “Conspiremos, mintamos y hagamos lo que sea para ganar... y después veremos”.
La desinformación no puede triunfar. Los beneficios de la paz que debemos construir colectiva y solidariamente son innegables. Ya hay cifras...