Donald Trump y Nicolás Maduro son los personajes más nefastos de la política internacional en este año que termina. Del primero, egocéntrico e impulsivo, podemos decir que destruyó la poca confianza que quedaba en el multilateralismo como opción de diplomacia. Del segundo, torpe y corrupto, bastará con reconocerle su enorme capacidad para destruir sobre lo destruido.
En Colombia, inmersa en los enormes desafíos de la implementación del proceso de paz con las Farc y el inicio de una sucia campaña presidencial, lo que ocurre en Venezuela resulta más apremiante. La acelerada carrera hacia el abismo que promueve Maduro parece no tener ningún tipo de atenuantes, ni por presión internacional ni por la oposición política interna, dinamitada por egos...