Cuando Juan Luis Mejía, rector de Eafit, le preguntó a un amigo su receta para mejorar los índices de lectura recibió esta respuesta: hay que prohibirla. Lo contó en reciente croché de bibliotecarios.
Quienes estamos amañados vivos le agradecemos a mamá Eva que se hubiera pasado la prohibición por la faja, que en su época se llamaría hoja de parra. Obedece y seríamos puré de nada. O habríamos tenido que emigrar hacia otra religión. Desde Eva, lo prohibido nos tienta desde la sombra.
Lector multiorgásmico, el rector eafitense que se gozó el festival de Ancón con atuendo jipi, se quita el chicharrón de la boca para leer un prosaico reglamento de trabajo.
Otro lector multiorgásmico es mi vecino de página, Diego Aristizábal, quien se estrena como feliz...