David Sánchez Juliao, un escritor caribeño que murió hace pocos años, dijo de su tierra Lorica en el departamento de Córdoba que “no descansa sobre un cementerio indígena sino sobre un manicomio chibcha”. Me atrevo a corregir al escritor: no es sólo Lorica, sino todo el Caribe Colombiano el que está sobre un manicomio chibcha. Porque en los cementerios no pasa nada, al fin y al cabo ahí están los muertos, mientras que en los manicomios pasa de todo.
Esa es mi imagen del Caribe, y en especial de Barranquilla, después de estar una semana en un plan diferente a pasear. En mi imaginario, como el de muchos colombianos, el Caribe Colombiano seguía siendo como Macondo: “una aldea de veinte casas de barro y cañabrava construidas a la orilla de un río”,...