Me paro en esta esquina de la vida. En medio del asfixiante clima de enfrentamientos y confrontaciones, de paranoias institucionales, de la esquizofrenia de escándalos que ruedan como piedras por un desfiladero de mentiras. Intento entender qué sienten por dentro los políticos, los funcionarios metidos en el ojo del huracán. Siento pesar por ellos y quisiera, por solidaridad, estar en su piel. Pero, lo confieso, ni por simple ejercicio mental soy capaz de estar ahí.
Y, doy gracias a Dios, o al destino, a la vida, por haberme librado de tal pesadilla. Quisiera entender a quienes ejercen la política, asumen un cargo público, con valor o con turbias intenciones, y gastan sus vidas en lides que, supongo, deparan satisfacción a sus vanidades inconfesas,...