No lamentamos la muerte de don Efraim Correa a los 97 años y monedas sino que celebramos su existencia. Hubo lleno hasta en el púlpito la vez que lo despedimos con misa de dos yemas en la Iglesia de Santa Gertrudis, en Envigado.
Podemos aplicarle a él lo que le escribió su paisano Fernando González al padre Ripol en la dedicatoria del “Libro de los viajes o de las presencias”:
“El fin del hombre es dormirse en el Silencio. No se dirá “murió”, sino “lo recogió el Silencio”, y no habrá duelos, sino la fiesta silenciosa, que es Silencio”.
Los ajedrecistas asumimos que ahora juega más allá del sol. La pelona le ganó la última partida pero no hay problema porque disfrutaba tanto los triunfos como los reveses. El juego por el juego. Se gozó la vida,...