Por Mohammed Hanif
Cuando voy a comprar agua para beber, no pido agua. Pido Nestlé. Luego me voy a casa con cinco botellas de 20 litros y me aseguro de que hagamos todo el té, todo el hielo, de esta agua. Como otras personas en la ciudad, yo creo que el agua de la llave es veneno. Durante el verano, muchos de nosotros seguimos la práctica de sacar un enfriador a la calle para quienes pasan. En mi barrio hay restaurantes chic, cafés y galerías de arte, pero no hay ni una fuente pública de agua potable. Vendedores callejeros, guardias de seguridad, recogedores de basura, y empleadas del aseo que pasan corriendo de un trabajo a otro con frecuencia paran a beber de este enfriador.
Ramzan, el mes sagrado de ayuno conocido como Ramadán en el mundo árabe,...