El asesinato del joven, humilde y brillante universitario, inventor del dron para medir niveles de contaminación del aire, perpetrado paradójicamente en Medellín, “la ciudad más innovadora del mundo”, evidencia, una vez más, que en esta, como en otras capitales colombianas, hay barrios periféricos en poder del hampa.
Y no exageramos con esta afirmación. Basta con leer el sobrecogedor informe del Sistema de Seguridad y Convivencia de la Alcaldía de Medellín, para concluir que el protagonismo demencial de la delincuencia organizada se impone en barrios enteros, especialmente los populares, ante la mirada impotente de las autoridades y la angustia de sus habitantes.
Dice el reciente estudio de esa entidad –que podría hacer parte del mundo surrealista–...