Gran asombro e indignación hay en torno a la conducta de los expresidentes de la Corte Suprema de Justicia. La fabricación del escándalo brinda una fantástica agenda noticiosa, que se extinguirá con el próximo escándalo.
Puede ser que los escándalos sean necesarios para destapar una olla podrida, pero las investigaciones periodísticas y judiciales que se ponen en marcha después del aquelarre tendrían que trascender el ruido y el alboroto.
No diré nada sobre Bustos ni Ricaurte. Que les apliquen justicia y que rindan cuentas sobre su participación en conductas propias de la determinación, el encubrimiento y el favorecimiento criminales. ¡Que los acompañen las garantías procesales! Ambos tienen mucho por lo que deben responder; ojalá lo hagan....