La reunión de Santos y Uribe con el Papa Francisco no debe calificarse de simple formalismo intrascendente. Expresidente y Presidente representan hoy en día, quiérase o no, las dos mitades en que está dividido el país.
¿Que el Papa no debería meterse, que debe sostenerse la separación de Iglesia y Estado, que religión y política no tienen por qué mezclarse? Sería una necedad desconocer la potente influencia mediadora de un Papa latinoamericano, conocedor de Colombia y exponente de una Iglesia que hace años se despoja de la investidura hegemónica para avanzar en una doctrina social comprometida con la gente, cuestionadora de las posiciones extremas del neoliberalismo y el comunismo, como lo acreditan los documentos del Celam, desde el de Medellín...