El hombrecito andaba montiando en busca de algún sustento para llevar a su casa. Con su escopetica al hombro andaba desde la madrugada esperando que una guagua, tatabra o al menos una guacharaca le diera “papaya” para prender el fogón de su casita.
De pronto se le ocurrió invocar a San Antonio que tiene su bien merecida fama de milagroso y dijo:
--¡San Antonio bendito, lo que cace hoy será en compañía pa los dos!
Y esto que dice el hombre, cuando se le atraviesan dos conejos. El hombre disparó ahí mismo y mató un conejo. El potro salió corriendo y el cazador no pudo volver a cargar el arma. Pero dijo muy tranquilo:
--¡Qué conejo pa correr el de San Antonio!
Los colombianos desconfiamos de los políticos tradicionales, porque muchos no les cumplen...