Nada mejor para subir el ánimo que volver los ojos a la filigrana de lo cotidiano, que siempre se me antoja llena de sorpresas, como el sombrero de un mago del que sale una paloma, un conejo o un pañolón tan colorido como interminable, que causa una explosión de admiración en el respetable público.
A diferencia del escenario del mago, las sorpresas por fuera del telón no siempre son bonitas, de ahí que el espíritu se sienta abatido con frecuencia por situaciones escandalosas, negras, malucas, tristes e irritantes de las que está llena nuestra realidad. Y no hablo solamente de las que ameritan menciones en los noticieros como asesinatos, riñas, recién nacidos abandonados; cuerpos desmembrados como si fueran muñecos plásticos de los que algún niño...