Pasó más de 30 años de sus 45 encerrado en un zoológico, arrebatado casi de bebé de las praderas africanas.
Los últimos ocho años de su vida los vivió en un área mayor, una reserva. En su rostro se veía lo que para los humanos es una honda tristeza.
Llegó a su último hábitat con dos compañeros más, que no resistieron. Pero él se mantuvo. Y para mejorar su situación, le presentaron a Ringo, un joven rino pariente de una subespecie cercana y con él la vida pareció sonreírle de nuevo, contaron sus manejadores.
Recorría el territorio, lo marcaba acompañado de su nuevo amigo. Una amistad de seis meses hasta que... este falleció de repente. De nuevo solo. Un poco después descubrió caballos en un establo de la reserva y estableció un lazo con ellos y...