Empecemos con una definición básica: “La inclusión social significa integrar a la vida comunitaria a todos los miembros de la sociedad, independientemente de su origen, de su actividad, de su condición socioeconómica o de su pensamiento”. En teoría, todo bien. ¿Pero en la práctica qué?
Por lo menos en Medellín no es extraño el concepto. Se habla con frecuencia de inclusión cuando se reclaman mejores condiciones para personas con movilidad reducida, para las víctimas de cualquiera de los ene mil conflictos que sufrimos, para los habitantes de calle y para las personas con síndromes genéticos como Down y autismo, entre otros. Y eso está muy bien, no faltaba más, pero ¿dónde dejamos a los que tienen una enfermedad mental? ¿Qué hacemos con ellos?...