Como Colombia ha sido por años un país frágil en materia de justicia, muchos buenos ciudadanos se tranquilizan pensando que la mayor tortura para los criminales es su conciencia, el remordimiento, la repetición constante de las imágenes macabras que ellos mismos cometieron. Las buenas personas creen entonces que estos desgraciados ya no pueden vivir tranquilos porque las pesadillas los perturban como si cargaran en su agonía la representación más macabra del Apocalipsis.
Pero qué va, estoy por pensar que ese asunto de que los malos sufren muchísimo por sus actos crueles, no es más que un pobre consuelo de la gente buena que en su extensísima ingenuidad siempre piensa en la bondad, siempre ve las cosas desde ese estado que es incapaz, incluso,...