Por Santiago Salazar
Politécnico Jaime Isaza Cadavid
Fac. de Com. Audivisual, 3° semestre
santiago_salazar19141@elpoli.edu.co
Medellín es la ciudad testigo del cambio en materia de movilidad. La bicicleta es el vehículo que ahora muchos medellinenses quieren usar, y es que se ahorra mucho dinero, se hace ejercicio, se viaja muy a gusto... de vez en cuando, pues existe un fenómeno que causa temor en cualquier persona al montarse en una bicicleta por primera, segunda, tercera..., vez, al que empíricamente voy a llamar inconsciencia vial con el ciclista.
Y es que este fenómeno puede apreciarse en cualquier calle de la ciudad; gran parte de los vehículos motorizados, o para dar el trato justo, quienes los revolucionan, hacen maniobras completamente ilógicas para la integridad del ser humano, que terminan poniendo en riesgo a los actores más vulnerables, los ciclistas. El año pasado enterraron a una ciclista que fue atropellada por un bus en el puente de la 80 con la av. Guayabal; era domingo, las calles estaban con muy bajo flujo vehicular, el busero, de acuerdo con las declaraciones de los testigos, tuvo todo el espacio libre a su izquierda para cruzar al grupo de cuatro ciclistas que iban por el carril derecho, pero se acercó demasiado a ellos, causando que la ciclista se asustara, moviera el manubrio. Ingrid cayó, y las llantas del bus pasaron por encima de su humanidad.
Una amiga mía era su amiga. Con la tristeza de su desaparición y con las ganas de hacer que su vida, o mejor la forma como le fue arrebatada, no se quedara en el olvido, ella buscó que Siclas, un colectivo de ciclistas que en la noche de los miércoles se reúne para hacer un recorrido por la ciudad, hiciera el que para Ingrid fue su último recorrido. Llegaron más 300, colgaron una bicicleta blanca en un árbol al lado del puente. Se escuchó una consigna: exigimos respeto a los conductores.
No es la primera vez que se cuelga una bicicleta blanca en Medellín. Esta, nuestra ciudad, se destaca como una de las más mortales de las vías en Latinoamérica. Mi punto es que no podemos permitir que la inconsciencia vial detenga el crecimiento del uso de la bici como medio de transporte, y se sigan arrebatando vidas deliberadamente. Cuando me miro las cicatrices en el tobillo izquierdo, solo atino a pensar en lo agradecido que debo sentirme porque no fui una bicicleta blanca colgada en alguna calle de Medellín.
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