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Enrique López Enciso
Columnista

Enrique López Enciso

Publicado

INDIA

Por Enrique López Enciso

ealopezen@gmail.com

El ascenso de China como nueva potencia transforma todas las relaciones económicas regionales y mundiales al tiempo que consolida su hegemonía.

Los datos históricos de Maddison muestran que en el siglo XIX ese papel lo tuvo Estados Unidos, país cuya economía fue la quinta en 1820 y en 1913 ya era la primera. China hoy está cerca de volver a ser la primera, nominación que ya tuvo en 1820. En efecto, el PIB chino que había decrecido entre 1913 y 1950, después de años de guerra y destrucción, desde hace treinta años crece en promedio 10 % por año, gracias a lo cual es actualmente la segunda economía del mundo (la primera si se mide el PIB a precios de paridad de poder adquisitivo).

Al respecto, cabe preguntarse si hay alguna combinación de mercado y régimen político que asegure una mejor senda de desarrollo hacia el futuro, en un escenario de fuerte cambio tecnológico e incremento de las expectativas de la población. Esto porque en Estados Unidos la economía de mercado se dio al tiempo con la democracia, mientras que en China los mercados prosperaron impulsados por una autocracia implacable que aprovechó al máximo su oferta “ilimitada” de mano de obra, hizo obras faraónicas e invirtió en educación.

Sin embargo, la hegemonía de China, cuando la alcance, tampoco será eterna (Wolf, Financial Times, 1/01/2019, The future might no belong to China). De hecho, la mezcla virtuosa de mercado y democracia volverá a prevalecer, pero en esta ocasión, de la mano de la India. Claro, en el entendido de que logre solucionar sus graves problemas sociales. Así, hacia 2040, China será la primera economía del mundo, seguida de cerca por la India y después por Estados Unidos. Con las tasas de crecimiento proyectadas que para ese entonces tendrá la India (6,9 % en 2018-22, 6,2 % en 2023-27 y 5,5 % en 2028-37), su economía pronto desplazará a la China. Esta última, asfixiada por una demanda interna débil y una demografía con tasas de natalidad declinantes, tendrá crecimientos cada vez más bajos (4,5 % en 2018-22, 3 % en 2023-27 y 2 % en 2028-37). Estados Unidos, aunque recuperará la dinámica del crecimiento de su productividad gracias a la inteligencia artificial y la robótica, encontrará en el factor demográfico una limitación a su crecimiento (crecerá 2,2 % en 2018-22 y 2,7 % en 2028-37).

Si todas las demás cosas no cambian, el avance de la democrática India jalonará la economía global. Ese despegue seguramente traerá bonanzas de precios de materias primas que beneficiarán a otros países emergentes como se dio con el tabaco, el añil y la quina en el siglo XIX y con el superciclo de precios de 2004-2015.

En cada momento de la historia, Colombia pudo beneficiarse de esas situaciones como productor de ese tipo de bienes; ojalá cuando India consolide su posición, nuestra economía sea más diversificada de lo que es hoy y no esté sujeta a la vulnerabilidad que crea la dependencia de ese tipo de bienes.

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