Cuentan que Demócrito de Abdera, quien era un filósofo griego que vivió en el año 460
a. C, se arrancó los ojos en un jardín para evitar que los sentidos le estorbaran para
conocer y pensar. Esa leyenda, además de ser excéntrica, expresa la adversión del
filósofo por el conocimiento sensitivo. Las tragedias de los últimos días me ponen a
pensar en una actitud de ceguera frente a los dramas humanos. ¿Qué papel juegan los
sentidos en el desarrollo de innovaciones?
La última cifra que arrojaron las cadenas internacionales de noticias sobre el número de
víctimas del terremoto en Nepal es de 2.500 personas. Pero lo más dramático es que el
resto de los miles de habitantes que se quedaron sin nada, tienen que reconstruir su
vida en un país donde se destruyó más del 40 % de las estructuras.
Después del trágico saldo de catástrofes ambientales como las ocurridas recientemente
en Haití, Chile y el sudeste asiático, donde se combinan la pobreza con la tragedia de
perder lo poco que hay, vale la pena preguntarnos si el mundo con toda su tecnología,
está en capacidad de atender catástrofes de semejantes magnitudes. ¿Estará al mismo
nivel del desarrollo tecnológico bélico, los desarrollos e innovaciones para prevenir y
atender un desastre?
El cambio climático aumenta considerablemente la aparición de desastres naturales de
todo tipo. Según el BID “durante los años 2000, el promedio aumentó a 50 desastres
por año”, mientras que a mediados del siglo pasado la cifra fue 20 desastres para
América Latina. ¿Estamos innovando para ello o simplemente nos vamos a esperar lo
que nos llegue de las agencias de cooperación internacional?
En nuestra ciudad se han hecho algunos pinitos en el desarrollo de soluciones de emergencia de
vivienda, pero insisto en que es necesario destinar presupuesto en un
programa de innovaciones sociales de bajo costo para la prevención y atención de
desastres.
Hace poco conocí un proyecto con un componente tecnológico para la
gestión del riesgo, cuyo piloto se quiere implementar en la comuna 1 de la ciudad.
Hablando de daños irreparables, ¿qué me dicen de la tragedia ambiental que ocurrió
recientemente en Necoclí? El incendio que duró 19 días dejó un saldo equivalente a
700 hectáreas de bosques y 3.300 hectáreas de humedales destruidos. Indudablemente hay que
pensar intervenciones y alternativas que prevengan este tipo de tragedias ambientales
para que no se repitan en el futuro.
Con motivo del Día del Idioma, en una lectura en voz alta recordaron el poema de Jorge
Luis Borges, “Elogio de la sombra”, texto en que el escritor argentino reconoce al tiempo
como su Demócrito. Me atrevo a pensar que en nuestro caso el gesto del filósofo griego
no se hace para pensar mejor sino para evadir la realidad. Parafraseando a Borges,
nuestro Demócrito es la distancia y no solo el tiempo.