San Agustín, cuya fiesta celebramos el 28 de agosto, es maestro consumado de la introspección, como lo demuestra en su obra inmortal Las Confesiones.
“Habiéndome convencido de que debía volver a mí mismo, penetré en mi interior”. Agustín vuelve a sí mismo una y otra vez, con la enorme inquietud socrática del oráculo de Delfos: ‘Conócete a ti mismo’. Con una característica del todo singular: “Siendo tú mi guía, y ello me fue posible porque tú, Señor, me socorriste”.
Agustín, de una pasmosa habilidad para viajar por su mundo interior. “Entré, y vi con los ojos de mi alma, de un modo u otro, por encima de la capacidad de estos mismos ojos, por encima de mi mente, una luz inconmutable; no esta luz ordinaria y visible a cualquier hombre, por intensa...