Hay un espíritu mundano que nos está llevando al caos para desgracia de la propia especie. La epidemia de sobornos se ha incrustado fuertemente en la sociedad. Precisamente, la degradación humana es tan general que nos estamos convirtiendo en verdaderos siervos de poderes corruptos.
La atmósfera sucia de la corrupción nos ha desnudado de valores innatos, de capacidad para poder discernir, de actitudes coherentes con nuestra conciencia.
Tenemos que salir de esta nefasta adicción a los excesos y volver a tomar la rectitud y la honradez como baluarte de vida. Asumo que es imprescindible retomar el referente de la honestidad para poder asegurar la subsistencia ciudadana. La adhesión a salir de estas cloacas corruptas, de incentivos encubiertos,...