Es vergonzoso, por decir lo menos, que un presidente de la República diga en el seno de una Universidad como la Javeriana que él puede hacer lo que “le dé la gana” como sucedió, hace unos días, cuando a Santos se le cuestionó sobre la redacción de la pregunta confeccionada para el mal llamado plebiscito.
Y la inquietud entonces formulada persiste porque el “inocente” interrogante que –cual rumiantes conducidos al matadero– tenemos que responder mediante un sí o un no, no es diáfano: “¿Apoya usted el acuerdo final para terminar el conflicto y construir una paz estable y duradera?”. Allí se involucran dos verbos distintos: uno, apoyar, esto es, como dice el léxico, “favorecer, patrocinar, ayudar”; y otro, aprobar, que es “calificar o dar por bueno...