La corrupción es el peor de los males de la sociedad colombiana. Estimulado, dictado y ejercido en todos los niveles y escalas sociales, pero con gran proliferación y asiento en el poder público, conectado con actores políticos en conciertos para delinquir, descarados y desafiantes. Se practica sin sonrojo y sin escrúpulo. No parece haber ya territorio vedado para los corruptos.
Se roban la plata de los restaurantes escolares, con recibos de compra de tamales a 30 mil pesos. Sobrefacturan los materiales de construcción de una refinería cuyo costo final se triplica. Levantan muertos y reclutan “locos” para cobrar pensiones. Fundan carteles de hemofílicos para compras y tratamientos ficticios de medicamentos. El desangre.
Los contratistas pagan...