La cultura es la mayor conquista de la mortalidad. O dicho de un modo edificante: “La muerte nos hace cultos”. ¿Reconfortados, pues, con ello? Claro que no. Así son de funerarias las cosas humanas con cultura o no. Sin muerte no habría cultura, pero... ¿seríamos inmortales llegando a ser radicalmente incultos? Tampoco. Morimos de todos modos, sabiendo más o menos, rezando menos o más. Lo único interesante de este baile cultur/tanático es el cambio de música que históricamente ha presidido esta íntima relación.
Siguiendo, por encima, un viejo libro de Zygmunt Bauman (Mortalidad, inmortalidad y otras estrategias de la vida, 1992), recientemente traducido por Sequitur (Madrid, 2014), la Humanidad habría vivido su muerte de muy diferentes maneras....