El quince de octubre celebramos la fiesta de Santa Teresa de Jesús (1515-1582), una mujer discreta. La discreción fue su compañera inseparable, pues gracias a ella supo distinguir entre principio, medio y fin, hasta dejar en cada gesto suyo el encanto indefinible de la discreción.
Teresa invita a quienes tratan con “personas espirituales” tener en cuenta el amplísimo horizonte de la oración para acertar en el discernimiento. “Así que en todo es menester experiencia y discreción. El Señor nos la dé por su bondad”. Teresa, maestra consumada, sabía que cada orante tiene su modo de avanzar en el camino de la oración.
Teresa fue, por discreta, encantadora, fruto de su familiaridad con el Creador. Con deliciosa naturalidad hace esta confidencia aun...