Jugaban fútbol y los juegos propios de la edad. Eran solo unos niños. Fueron creciendo como casi siempre sucede, sin que los demás se percaten. Ahora las tardes y las noches los encontraban reunidos en una esquina o en cualquier otro sitio del barrio.
Se fueron unos, llegaron otros como siempre sucede. Los años pasaron rápido. Acabó el colegio, pero la rutina no: reunirse, ahora desde más temprano. Poco más para hacer. Sus padres, como los de cualquiera: trabajadores. Y sus madres, de oficios religiosos al menos una vez en semana.
A veces se veía que algunos ya consumían marihuana, pero seguían siendo los ‘niños’ tranquilos de siempre.
Lo que era un sector calmado de un momento a otro vio la llegada de muchachos extraños en motos. Ahora la reunión...