Se acerca el momento de los buenos deseos, de los días impregnados de un singular clima poético, donde la mística y las emociones acrecientan su espacio de recuerdos y añoranzas. Tanto es así, que resulta imposible permanecer impasible ante la abundancia de signos litúrgicos y no litúrgicos, que nos llaman a celebrar, con una carga de sentimientos enorme, estas fechas en las que todo parece volverse más bondadoso, más fraterno, más humano en definitiva. Reconozco que ese impulso positivo me anima, lástima que no continúe a lo largo de todo el año, tan rebosante de gratuidad hacia la misma especie y de gratitud hacia lo que nos rodea. Sin embargo, confieso, que lo que me aleja es que en el astro sus moradores sigan haciendo valer sus raciones...