Existe un boicot contra “La mujer del animal”. No político, no es censura oficial ni intriga de la derecha. Se trata de un complot estético contra la cuarta película de Víctor Gaviria.
Alguien sale de su exhibición con el estómago revuelto por la violencia reiterada. De inmediato esparce la alarma: “¡No la vean, es terrible, pura pornomiseria!”. Entonces la gente, edulcorada por Hollywood y hastiada de la sangre de la realidad y de los telenoticieros, se cierra por dentro. No saben lo que se pierden.
Las feministas contribuyen. Se fijan únicamente en el relato evidente sobre la mujer apaleada. Piensan que la violencia contra la mujer es el único tema del filme. Les parece excesiva. Así, escamotean la lectura poética que suministra la cinta, a...