Se acaba el año en el que se firmó la paz. Si se no incrementa el respaldo a su implementación nos quedaremos con esto: 2016, año en el que se firmó la paz ausente.
Espero equivocarme pero después de tanta expectativa, tanta ceremonia, tanto discurso y tanto premio, la manifestación concreta del poder a favor de la paz es escasa.
La atención de los políticos se concentra en la contienda electoral de 2018 –algunos con sus versos, otros con su maquinaria y unos cuantos con sus gorilas. Ellos y ellas solo piensan en la paz si algo de rédito personal les puede traer.
No menosprecio el trabajo de los negociadores del acuerdo. Su sacrificio y sus logros merecen reconocimiento. Justamente, su empeño –el de ambos lados– abrió la puerta para implementar...