La paz no es de Santos. Nunca lo ha sido ni lo podría ser por más que durante seis años haya actuado como si lo fuera, obnubilado por el apoyo internacional y la adulación del círculo duro, aristocrático y lanudo, como decía García Márquez, que a veces lo perjudica antes que ayudarlo. Al cabo de 67 meses, el presidente accedió a decir que “la paz no es mía” (“Santos abre la posibilidad de firmar acuerdo con las Farc en otra fecha”, El Colombiano, 09.03.16).
La paz no es de Santos porque la cultura nacional ha sido pactista: aquí se dispara y se negocia, y el orden de estos factores suele ser muy variable. Desde 1982 hemos tenido 18 negociaciones con grupos armados en Colombia, sin contar los arreglos vergonzantes con el narcotráfico. Negociaciones...