No soy enemigo de Donald Trump. Pero tampoco quiero ser su amigo. Les cuento por qué.
Soy un inmigrante y soy un periodista: esas dos cosas me definen y marcan mi trabajo. Por eso, cuando Trump lanzó su campaña presidencial en junio de 2015 y les llamó criminales y violadores a los inmigrantes mexicanos, yo sabía que él estaba equivocado y había que denunciarlo.
Trump criminalizó a los inmigrantes durante la campaña, y lo sigue haciendo en la Casa Blanca. Si uno escucha sus discursos —como el que dio al Congreso este mes— uno pudiera creer que todos los inmigrantes son “miembros de pandillas, narcotraficantes o criminales”. Esas palabras usó.
Pero eso es falso. De hecho, los estadounidenses cometen, en promedio, más crímenes que los inmigrantes...