Mal sabor de boca (y de alma) dejó el discurso del presidente del senado, Ernesto Macías, en el acto de posesión del nuevo jefe de Estado, Iván Duque. Por lo menos no eran el momento ni el lugar apropiados. Y mucho más deprimente si sus planteamientos, a falta de otros recursos más dignos e inteligentes, no fueron otra cosa que echar mano del aviso de prensa que, queriendo poner una pica en Flandes, había publicado ese mismo día el Centro Democrático, en contra del gobierno de Juan Manuel Santos.
Quedó en claro, entonces, que Duque, si va a buscar la unidad del país, como lo prometió en la misma ceremonia de entronización como presidente, deberá empezar por amainar en casa los vientos de polarización y revanchismo. Si es que lo dejan desde el...