Sería maravilloso poder escribir solamente cosas lindas, y más por esta época. Pero la realidad no sale a vacaciones y tampoco tiene ni la más remota idea del espíritu navideño, que muchos sentimos como un aroma suave de canela, amor y miel.
Cargo en los hombros, como si fuera una nevera vieja, el peso de saber que en mi barrio, y en todos, la extorsión sigue desfilando impávida, como una reina infame por una pasarela perversa de la que nadie parece poder bajarla. Pese a los esfuerzos anunciados de las autoridades en cada administración, este delito sigue siendo el azote de los comerciantes grandes, medianos o pequeños, porque hasta las chazas de confites son víctimas de estas estructuras criminales que viven a costillas de los demás.
La señora...